La familia mexicana se ha distinguido por los fuertes lazos que la unen. La familia Pelayo se caracteriza también por la unidad; en los años que siguieron a su establecimiento en la Nueva Galicia, nuestros antepasados residieron en una región muy definida, Ayutla, Santa Rosalía y poblaciones vecinas.

Después de la Revolución de 1910 se extendieron a Autlán, la costa de Jalisco y Guadalajara; posteriormente se inició la emigración a la ciudad de México y los Estados Unidos.

Sin embargo la información recopilada hasta ahora muestra que todos los que llevamos el apellido Pelayo descendemos de un tronco común, don Pedro Pelayo y doña Josefa de Villegas cuyos nietos fundaron Santa Rosalía y el Palmar de los Pelayo.

Todos sabemos algo de nuestra familia, pero conocemos mejor a los parientes que aún viven. Relatamos sus éxitos y logros y estamos orgullosos de los personajes más destacados.

Muchos de nosotros hemos convivido con nuestros abuelos y tal vez haya quienes tuvieron la suerte de conocer a sus bisabuelos. Si para nosotros ha sido difícil descubrir el origen de nuestros antepasados, debemos pensar en el futuro y dejar información para nuestros descendientes: fotografías, cartas, diarios y sobre todo un árbol genealógico, son fuentes valiosas para conservar la historia familiar.

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